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domingo, 7 de abril de 2019

ULISES Y CIRCE


El interesante madurito Ulises Ibaeta era un viajero emocional al que, a sus cincuenta años, le quedaban hojas en su corazón de alcachofa a pesar de que había navegado de mujer en mujer siguiendo el rumbo que le marcaba la aguja magnética de la brújula de su entrepierna. Durante un tiempo Ulises encontró refugio y calma en el umbrío puerto de Circe Hermosura quien en su cuarentena conservaba por una parte la herencia genética de su divina herencia familiar donostiarra y por otra parte las enseñanzas de un divorcio civilizado con un señorito importante de la prensa presentable de la corte.
A Ulises ya le habían dicho que seducir a una chica con perro era peligroso y Circe tenía perro doméstico, y domesticado lo necesario, pero la pasión ciega los ojos y ensordece los oídos. Y además la pasión nace, crece, se esparce y muere, así que cuando la pasión llegó a su cuarta fase y solo quedaba la opción entre el matrimonio o partir del puerto, surgió el conflicto, sobre todo en el interior del corazón de Circe, Ulises se enteró el último, así que Circe recurrió a la hechicería del siglo XXI para adivinar su futuro perruno y solitario y preparar el plan necesario para su venganza.
Cuando Ulises estaba más confortable en su rutinaria vida portuaria de trabajo, taberna y catre con las piernas abiertas se topó con el anuncio de que la monogamia legal era una exigencia inmediata para Circe y que, como él no tenía huevos para aceptarlo, debía recogerlos, los huevos, recoger el cepillo de dientes eléctrico y cortar las amarras.
No sirvieron de nada sus llantos y súplicas, ni Circe ni su perro se apiadaron, sino que registraron su agonía para emitir el vídeo en la posterioridad, porque además la venganza estaba prevista en todos sus detalles, una denuncia convirtiendo broncas de pareja en malos tratos perpetuos, con la herramienta de una ley que puede ser criminógena, la difusión del sucesos a través de las redes chismosas sociales y su eco en publicidad, pagada de antemano en el banco profesional de favores, en el periódico local que se lee fueron cayendo sobre el alma de Ulises.
Y así no hay odisea que valga, la melancolía no esquiva a los héroes, Ulises se hunde en su barco en medio de la concha incomparable, Circe brilla vengadora por el antiguo trono y su perro caga civilizadamente en los jardines de la playa.

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