El interesante
madurito Ulises Ibaeta era un viajero emocional al que, a sus
cincuenta años, le quedaban hojas en su corazón de alcachofa a
pesar de que había navegado de mujer en mujer siguiendo el rumbo que
le marcaba la aguja magnética de la brújula de su entrepierna.
Durante un tiempo Ulises encontró refugio y calma en el umbrío
puerto de Circe Hermosura quien en su cuarentena conservaba por una
parte la herencia genética de su divina herencia familiar
donostiarra y por otra parte las enseñanzas de un divorcio
civilizado con un señorito importante de la prensa presentable de la
corte.
A Ulises ya le
habían dicho que seducir a una chica con perro era peligroso y Circe
tenía perro doméstico, y domesticado lo necesario, pero la pasión
ciega los ojos y ensordece los oídos. Y además la pasión nace,
crece, se esparce y muere, así que cuando la pasión llegó a su
cuarta fase y solo quedaba la opción entre el matrimonio o partir
del puerto, surgió el conflicto, sobre todo en el interior del
corazón de Circe, Ulises se enteró el último, así que Circe
recurrió a la hechicería del siglo XXI para adivinar su futuro
perruno y solitario y preparar el plan necesario para su venganza.
Cuando Ulises estaba
más confortable en su rutinaria vida portuaria de trabajo, taberna y
catre con las piernas abiertas se topó con el anuncio de que la
monogamia legal era una exigencia inmediata para Circe y que, como él
no tenía huevos para aceptarlo, debía recogerlos, los huevos,
recoger el cepillo de dientes eléctrico y cortar las amarras.
No sirvieron de nada
sus llantos y súplicas, ni Circe ni su perro se apiadaron, sino que
registraron su agonía para emitir el vídeo en la posterioridad,
porque además la venganza estaba prevista en todos sus detalles, una
denuncia convirtiendo broncas de pareja en malos tratos perpetuos,
con la herramienta de una ley que puede ser criminógena, la difusión
del sucesos a través de las redes chismosas sociales y su eco en
publicidad, pagada de antemano en el banco profesional de favores, en
el periódico local que se lee fueron cayendo sobre el alma de
Ulises.
Y así no hay odisea
que valga, la melancolía no esquiva a los héroes, Ulises se hunde
en su barco en medio de la concha incomparable, Circe brilla
vengadora por el antiguo trono y su perro caga civilizadamente en los
jardines de la playa.
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