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miércoles, 13 de noviembre de 2019

CARLISTAS EN LA FRONTERA


Los descendientes de las ramas del carlismo catalán en unión de nuestros descendientes locales protestaron ayer contra el calendario occidental en la frontera del Bidasoa. Su protesta me obligó a evitar Biriatou, como casi todos los martes sea dicho, para regresar del trabajo guipuzcoano al hogar labortano, todo ello en unión de otros trabajadores transfronterizos, los que vivimos en el atasco de Biriatou.
Pero la conducción, oyendo la radio y sus comentarios sobre el pacto del comediante socialista con el comunista universitario ante el temor de la resurrección de los cristianos viejos con limpieza de sangre acreditada en las Cortes del Reino, esa conducción solitaria bajo la lluvia y el viento me llevaba a pensar en lo triste que es esta sociedad de simios textiles condenada a repetir sus ciclos histéricos más que históricos.
Suspendida momentáneamente la última carlistada autóctona, el enfado de los nuestros con la inevitable modernidad se expresa mediante la solidaridad con el reaccionario bandolerismo del levante aragonés frente al necesario enemigo común, el centralismo castellano y éste, en vez de reaccionar con la agilidad que el cronometro impone y desnudar ante el mundo, interior y exterior, la sinrazón de estos elementos cavernícolas, se pone a gritar “¡Viva las caenas!” por las noches de copas y a mirar las cotizaciones de Bolsa en el desayuno de resaca.
No hay razones para ser optimista, las masas semianalfabetas se seguirán educando con Tele5 y demás mierda alimenticia de sus mentes, solo queda abrir la frontera y que nos invadan las tropas imperiales de Napoleón para que impongan el código civil y la escuela pública.