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viernes, 24 de julio de 2020

LES PRISONNIERS DE BIARRITZ MIARRITZEKO PRESOAK

Maïder agurgarria :
J’ai le privilège de vivre au centre de Biarritz, quartier des Halles – Port Vieux, et je suis un prisonnier de l’hôtellerie.
Une fois plus, on a décidé de nous enfermer, de nous priver de nos droits de citoyen à bouger librement, on nous entoure de barrières et de contrôles, on nous entoure de réunions de touristes masqués et pas masqués, de touristes non – positifs et des positifs… Qui va être responsable des contaminations à la COVID19 à venir ? La chiffe d’affaires de l’hôtellerie biarrote passe devant la vie de quelques vieux déjà amortis.
On a vu ça pour le marché nocturne, pour la connerie du G7, pour les mardis du port vieux qui nous obligent à la prison ou à l’exile.
Et pourtant le tourisme tue la ville et tue les citoyens, le cœur de ville devient une grande boutique de souvenirs et un bar de mal bouffe pour les troupeaux de touristes et les personnes qui y habitent perdent ses racines, perdent sa vie, s’en vont, s’en meurent et on se demande pour quoi le cinéma le Royal agonisse.
Pensez avec la tête ´- là dedans je suppose qu’il y a des neurones -, laisser aux hôteliers convertir Biarritz en Magaluf est tuer Biarritz et quand Biarritz n’existera pas vous pleurerez mais ça sera trop tard pour vous et pour nous.
Agur bero bat.


sábado, 18 de julio de 2020

MORIRÁN CON LAS CABEZAS PUESTAS (2)

La vista del Txindoki desde Igartza queda bien para las fotos de grupo. Y después de hacerse una para el recuerdo, las chicas de nuestra edad que celebraban algo en la mesa de al lado, desaparecieron, dejando detrás ese aroma denso de colonias y perfumes regados a chorro sobre la ropa. Los cuatro amigos no se enteraron, sus narices estaban inmersas en sus copas de whisky y armagnac.
- La inviolabilidad de la figura del Jefe del Estado no puede extenderse a un hecho que no guarde relación alguna con el ejercicio de la tarea constitucional que se tiene atribuida – decía Galtzagorri desde una de las esquinas- , Enrique IV, el primer Borbón, pudo violar monjas y niñas o niñas monjas pero sus descendientes putativos están en un sistema que se quiere democrático y si el Borbón pudo cometer un delito, el Borbón puede ser investigado, imputado y juzgado por sus actos.
- Manda huevos que en Francia no los tengan en el trono y en España los tengamos y por partida doble y trabajando en lo mismo – ironiza el Barón de la Florida secándose los labios con una mascarilla quirúrgica -, y sin ninguna responsabilidad ante la sociedad, al parecer.
- La conducta del rey “emérito” puede ser merecedora de exigencia de responsabilidad penal ya que hay indicios públicos y notorios, a juicio de la fiscalía suiza, de que su conducta puede haber sido constitutiva de varios delitos perseguibles tanto en Suiza como en España – Manu Majors hace señas al camarero de que acerque de nuevo la botella de macallan -, así que solo cabe que la Fiscalía española y muy española se querelle contra el ciudadano J. C. B. y B., conocido por su alias “El campechano” ante la jurisdicción criminal que le corresponde legalmente, esto es, la Sala Segunda del Tribunal Supremo.
El Marqués de Altamira estudia el fondo de su copa, como extrañado de que ya no quede una gota de armagnac treinta años viejo y dice:
- Yo creo que todos los borbones tienen derecho a un proceso justo en el que sean investigados, imputados, juzgados públicamente y guillotinados sin otros miramientos, mas que no salpique la sangre a los de primera fila.
- No se te ocurra poner eso en twitter, que te caen dos años y un día -le recomiendan Majors y Galtzagorri simultáneamente -.

jueves, 16 de julio de 2020

EL CULO DE LA PINTORA ES OTRA HISTORIA

Celia Navascués era telefonista en un servicio de urgencias, la persona que atiende la llamada angustiada, recoge los datos y avisa a los servicios de socorro, a la policía o a los bomberos. Un trabajo de los que generan insomnios y otras alteraciones, Celia, con apenas 40 años, cogía largas bajas laborales, bajas durante las cuales pintaba, desde niña había pintado bastante bien y las incapacidades transitorias las pasaba con los pinceles en la mano, dejando sobre el lienzo sus sentimientos y emociones. Su marido, Roberto Santesteban, le compraba el mejor material que encontraba, le regalaba libros de pintura, le pagaba cursos con los mejores y las mejores enseñantes de pintura que se podían encontrar en Donostia y, sin embargo, las obras que Celia realizaba cada vez eran más oscuras, menos concretas, más manchas de pintura que recordaban quizá manos y ojos, rostros y troncos humanos, a partir de colores burdeos ennegrecidos que asomaban entre chocolates y tierras mojadas… Roberto quiso apartar a su mujer de aquella senda que juzgaba depresiva y siniestra y le convenció de que pidiera una excedencia en su trabajo para dedicarse totalmente a la pintura, no fue difícil convencerla porque Celia sabía realmente que dentro de ella había una artista pero no se había atrevido, carente hasta entonces el matrimonio de un colchón financiero suficiente, a prescindir de otros ingresos ya que jamás había vendido un cuadro. Mientras, Roberto había buscado el amparo de un pintor bastante reconocido que no se prodigaba dando clases y al que tuvo que localizar a través de terceros pues se había escondido en lo más profundo de un valle, quizá del Baztán o algo similar, con su mujer y no se asomaba desde hacía tiempo por galerías y mercados del arte ya que sus estampas vascas de romerías, pelotaris y pescadores se vendían solas.
Txema R. Oinetakogilea había pasado los sesenta años de edad y no estaba acostumbrado a dar clases pero su horizonte limitado por los montes que le rodeaban y la boina calada en su cabeza empezaba a necesitar un poco de luminosidad y la llegada de Celia, una mañana lluviosa de comienzos de primavera, le cambió un poco el carácter.
Si Celia era una mujer ni fea ni guapa pero con un cabello largo negro que le envolvía y le daba un halo mágico con sus ojos de bruja de cuento, Txema era un tipo fuerte de cabeza grande en la que sus dos orejas, aplastadas como hojas de alcachofa por un pasado de talonador en el equipo de rugby de Hernani, enmarcaban una mirada penetrante.
En un principio la alumna donostiarra iba un día a la semana, al mes empezó a ir dos o tres días, a los dos meses iba y, a veces, se quedaba a pasar una o dos noches, incluso los fines de semana su marido le acompañaba en visitas a la casa-taller del pintor donde ambas parejas compartían comida, excelentemente preparada por la anfitriona Amaia, y bebida aportada por Roberto.
Las obras de Celia habían recuperado una luminosidad optimista en la que una temática de desnudos femeninos había ido apareciendo hasta imponerse, de tal modo que Roberto sin ningún esfuerzo se había convertido en un marchante que colocaba fácilmente esta producción por toda España sin necesidad de haber realizado siquiera una exposición.
- El culo de mi mujer está llegando a las mejores colecciones particulares del estado – Roberto solía comentar en las sobremesas abundantemente regadas con los mejores aguardientes que ahora podían permitirse -, y todo gracias a vosotros.
No era un secreto para ninguno que Celia utilizaba un gran espejo que Amaia tenía antes arrinconado para tomarse a sí misma como modelo para sus cuadros, donde sus nalgas alcanzaban un papel central.
También las obras de Oinetakogilea habían evolucionado, ahora siempre aparecía un personaje femenino que dejaba asomar sus posaderas entre caseros, pelotaris y pescadores, en un plano más o menos lejano,  pero sus compradores habituales no se habían incrementado por ello.
En los círculos artísticos vascos se esperaba un exposición conjunta de ambos artistas para un otoño, ya llevaban más de un año de trabajo compartiendo espacio creativo, así que fueron reservando obra  para llenar las paredes, trabajo en que Amaia, la mujer de Txema, se implicaba. Como más tarde le contó a Roberto, esa implicación hizo que, para avisar de que la sala del Kursaal estaba ya reservada en exclusiva a efectos del evento,  irrumpiera en el taller una mañana sin avisar, lo de avisar era norma inmemorial de la casa del artista que no soportaba las interrupciones, y así encontrara a ambos creadores como dos galgos en el suelo en la culminación de un coito placentero. Dado que no quedaba sitio para nadie más entre los genitales de su marido, en modo prensa neumática, y las nalgas de la esposa de Roberto, Amaia no interrumpió, cerró la puerta en silencio y abandonó el estudio y, después de hacer la maleta, la mansión familiar.
Mientras conducía hacia Donostia, sus pensamientos evolucionaron desde el parricidio y feminicidio que el corazón le pedía en un principio hasta el medio de vida que iba a desaparecer con ello, así que decidió contárselo a Roberto y presentarle un esbozo de “business plan” que iba a ser de conveniencia para todas las partes. Y el marido convertido en marchante tardó cinco minutos en estar de acuerdo.
- No quiero ver el culo de mi mujer, mas que en pintura.


jueves, 9 de julio de 2020

MORIRÁN CON LAS CABEZAS PUESTAS

- Lo de follar a cuenta del tesoro público es una tradición muy borbónica – dijo el Marqués de Altamira, ajustándose la mascarilla, después de sorber el vermú -, y la tradición es la columna vertebral de la institución.
- Institución, por decirlo finamente o por no llamarle aberración – replicó el Barón de la Florida y apartó el frasco de gel con el que se había lavado las manos antes de preparar las gildas que brillaban en la porcelana blanca -, que eso de que alguien sea jefe de estado por haber nacido medio tarado de vete tú a saber qué leche que le dio sangre azul y de la camisa vieja de fascista asesino con la que hizo la primera comunión…
- Como dijo Robespierre: “Yo he pedido la abolición de la pena de muerte en la Asamblea – Galtzagorri se alzó para coger otra botella de vino blanco de Rueda y prosiguió -, y os pareció a todos una herejía. No pedisteis clemencia para pequeños delincuentes y ahora la pedís para el mayor de todos los criminales ¿Pedís que se libre el único que puede justificarla? Sí, la pena de muerte es un crimen por lo general y solo se puede justificar cuando sea necesaria para salvar a los individuos y a la sociedad, ni el exilio ni la prisión pueden ser lo mismo para el bienestar público, es la existencia del rey la que provoca la guerra y la muerte. La excepción cruel a la justicia se basa en la naturaleza de sus crímenes, por eso el rey debe morir para que la patria viva”
- A veces me encantas, cacho pedante – Manu Majors acabó la botella de vino blanco  llenando los vasos de los tres que no le daban al “yzaguirre” -, pero este lerdo lo que ha hecho es dejarse quitar la cartera de los pantalones por la meretriz como un camionero en un puticlub de carretera, una cartera con mucha plata pero que se presume suya “iuris tantum”, aunque sea una retrocomisión de lo que sus amigotes del ibex enviaron a peregrinar a la Meca en el ave.
El Marqués de Altamira alzó su vaso de vermú lleno de nuevo y se levantó la mascarilla quirúrgica hasta la frente para exclamar a modo de brindis:
- Por eso el rey debe morir para que la patria viva.
Videobook

sábado, 4 de julio de 2020

CAMPING CARS, AUTOCARAVANAS, FURGONETAS…


Hay gente que viaja en vehículos que están preparados para dormir en ellos, algunos incluso para cocinar y asearse en los mismos. Tienen todo el derecho a hacerlo como los que viajan en cualquier otro vehículo. También tienen deberes, como ciudadanos que son. Y además como su actividad tiene aspectos molestos para los demás ciudadanos como la basura de vivienda que generan, incluyendo los desechos fisiológicos, la ocupación temporal de plazas de estacionamiento y de terrenos públicos o privados ajenos con sus vehículos y sus “terrazas”, la lentitud en ruta… tienen el elemental deber de hacerse cargo de estas molestias y de pagar por los servicios que usan. Y en la sociedad hay buenos y malos miembros, y como la sociedad de usuarios de estos vehículos-dormitorio es cada vez más numerosa, cada vez hay más buenos usuarios y cada vez hay más malos usuarios, siendo éstos tan numerosos hoy en día que tapan a los otros a los ojos de muchos habitantes de los lugares que los reciben -se beneficien mucho, poco o nada de este tipo de turismo -, y a los ojos de muchos que también visitan de otra manera los mismos lugares. Es de entender el artículo de este señor que habla de "La plaga de autocaravanas", sin entrar en polémicas tan estériles como es la discusión sobre los perros urbanitas por los parques naturales. Y que conste: ni mi furgoneta ni mi perro molestan a nadie, no existen.

España cañí