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sábado, 24 de junio de 2017

ESPAÑA, ESTADO DE INSOLVENCIA

Los aniversarios redondos de los 40 años de la “Transición” están pasando y vienen a coincidir con la transición de España desde el concurso de acreedores a la insolvencia absoluta, no solo financiera, sino moral y política. Los poderes que han dirigido España durante siglos, con breves y ciertamente caóticos periodos de intentos de toma popular de las riendas, siguen siendo igualmente detentadores de sus riquezas materiales que, como sus ancestros en la rapiña, las siguen extrayendo del saqueo de esos súbditos españoles que raras veces han llegado a ser ciudadanos. Es lo que hay, lo mismo vacían los fondos de pensiones de todos que se reparten con sus amiguetes europeos esos sesenta mil millones que tomaron prestados para siempre jamás, son conscientes de su fuerza y de la debilidad de esta sociedad tonta que desde siempre les ha aguantado -ya sé que las explicaciones históricas no consuelan y que lamentar que el hacha del verdugo puritano o la guillotina republicana no fueran fabricadas en Eibar es inútil y desmoralizante-, son los eternos sinvergüenzas de Europa y los oficinistas que dirigen el cotarro europeo los aprecian como si fueran de los suyos porque, al menos, les son útiles y, pudiendo desviar algo a sus bolsillos, son eficaces a sus fines, fines que tampoco coinciden con los objetivos de la sociedad mayoritaria europea. Hemos logrado un gobierno continental de élites para élites y al que es difícil ver alternativas, la sucursal española es vomitiva y casposa y además es la que nos cae más cerca.
- ¡Voy a buscar alcohol! Necesito doparme.
Adormidera española
Me dan ganas de gritar, como un personaje “acojonado” de comedia, ante el panorama que percibo. Pero mi hígado está tan amortizado, que morirse de cirrosis en el pasillo de urgencias de cualquiera de nuestros hospitales recortados es contribuir a sostener este régimen de vampiros. No creo en la política, he estado tan cerca de ella varias veces que he podido ver la representación entre bastidores con toda su crudeza, pero no hay otra herramienta en manos de los españoles que la acción política permanente y el voto cuando toca, así que la militancia activa en la protesta y en la reivindicación frente a cada decisión es lo que toca, la indignación permanente y no flor de un día, la situación de cabreo como perros ladradores que obligue a Epulón a dejar caer sus migas, la denuncia pública de esas conductas de latrocinio, las huelgas al consumo de sus adormideras colectivas, la inversión familiar en la educación de nuestros jóvenes no para que escalen esta pirámide hispana sino para que la inviertan, la utopía en el inalcanzable horizonte… para que el día a día acabe siendo un poco más soportable en este estado de insolvencia.


domingo, 18 de junio de 2017

TORERO MUERTO

Virgen de Orduña, que no de Triana
Un torero profesional ha muerto ayer en una corrida de toros por una cornada que le propinó el animal que estaba siendo lidiado. Como era de esperar, la cascada de comentarios enfrentados en Internet es enorme, son dos hilos de injurias mutuas entre el mundo de los taurinos y de los anti-taurinos, dos cadenas que se juntan y separan en todos los foros que puedan existir en español y francés principalmente.
Son dos ambientes humanos cada vez más alejados entre sí: por un lado hay una corriente de opinión pública que cada vez ve más la vida animal como un todo en que el ser humano es uno más, pero con ciertas características que quizá le deberían hacer como un tutor de los otros miembros más desprotegidos de esa red de seres vivos interrelacionados y esta personas sienten el toreo como una agresión continua a ellos y a los suyos, así que dejan escapar exabruptos contra los verdugos de los toros, como hacen contra los demás maltratadores de los animales, y, por el otro lado, hay la corriente de quien vive el toreo como una comunión con un mensaje ancestral de superioridad del hombre, de su relación de amo y señor sobre el resto de las criaturas, y que le permite jugar con un ser tan bello, torturarlo y matarlo para celebrar una fiesta, fiesta en la que el goce estético se embebe del riesgo y que requiere del sacrificio ritual con todas sus sangrientas etapas.
Evidentemente, son dos concepciones de la vida con los animales alejadas, muy alejadas, y que funcionan con sensibilidades incompatibles. Para el taurino, la muerte del torero es un luctuoso evento lamentable, un valiente en el que se ha “tras-sustanciado” durante la faena muchas veces, bebiendo su miedo al exponer su paquete testicular a centímetros del cuerno que puede ser letal a veces, ha dado su vida por el arte tradicional y merece la honra máxima, como otros corneados anteriormente, aunque como se ha “caído del cartel” definitivamente deba ser sustituido por otro torero para que la feria continúe.
Para el anti-taurino, se ha producido una compensación, quien a hierro mata -y mata a uno de los nuestros, un ser vivo-, a hierro muere. Esa muerte es reparadora en cierta forma de la injusticia de la espantosa tortura a la que se somete antes de la corrida, durante la corrida y en la culminación de la misma, al toro.
Análogamente a como sentimos más la muerte de las personas a las que nos ligan afectos, a las que estamos próximos, y no nos importa que en estos momentos lejos de nuestros sentidos se estén produciendo otras muertes, igualmente duras y horribles para quienes las estén sintiendo. Pero los toros no son personas evidentemente, los seres humanos somos omnívoros y matamos horriblemente -pero con un pudor exquisito casi siempre- a todo tipo de animales, y, sin embargo, los toros han conseguido personificar más que ninguna otra especie ese nexo entre seres vivos que decía antes, esa red de vidas, precisamente por la exhibición que se hace de su tortura innecesaria y de su muerte. Y cada vez hay más personas que son conscientes de lo que hay de crueldad humana y de sufrimiento animal en la tauromaquia y que claman contra su perpetuación en una sociedad moderna, que consideran que su inexorable abolición será un avance humano. No sé si subyace en el taurinismo la ideología absurda del creacionismo, en la que el hombre es el centro del universo y en el antitaurinismo lo que se da es el evolucionismo pero estoy convencido de que las reacciones tan desmesuradas que la muerte de cada torero produce hunden sus raíces en estas concepciones.
Ya he escrito otras veces sobre todo el montaje industrial de las corridas de toros, todo lo que tienen de estafa institucionalizada, de disminución de riesgos al límite para que solo el toro resulte herido y muerto, de búsqueda de la apariencia cegadora que engañe al espectador y a quien paga el dinero que se embolsan los que mandan en el negocio, y que todo ello requiere masacrar al bicho hasta hacerlo el zombi que normalmente sale al ruedo para prolongar su agonía hasta el descabello final, así que no voy a insistir.

Solo que lamento la muerte del torero, un verdugo profesional, en accidente laboral, pero como lamento la muerte de un tonto kamikaze surgido de los barrios marginales que se hace explotar en nombre de la hurí que cree que le espera después, sin una lágrima. Estas muertes me cogen cada vez más lejos.Incluso aunque el muerto sea de Orduña (Bizkaia) que no está tan lejos.