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viernes, 31 de octubre de 2014

PARTIDO POLITICO

Spanish Socialist Workers' Party logo
Spanish Socialist Workers' Party logo (Photo credit: Wikipedia)

Hacía 10 años que no pasaba de la barra de la sede de un partido político. Y ayer entré un poco más adentro. La sensación de “déjà vu”, de rebobinado a blanco y negro, se me hizo insoportable.
Admiro a las gentes que creen en el asociacionismo político, en la unión de personas para mejorar o transformar la “polis”, que militan sus ideas dentro de estructuras humanas que hace tiempo que vinieron a ser ruinas sociales y que conservan la esperanza de aprovechar esos juegos de relaciones, intereses y egos para el progreso de “la ciudad” de la civilización.
Ciudadanos de otra madera que la mía y que se refieren a su Partido como si fuera su Casa -en el sentido familiar de casa entre nosotros-, a la que aportan su esfuerzo para lograr que cumpla unos principios fundacionales, siempre traicionados por la coyuntura y el oportunismo de los dirigentes, al servicio de la sociedad para la que sus ingenuos fundadores lo crearon.
¡Qué cansada es la revolución permanente! Esos militantes de la utopía y de la ucronía puede que acaben en una escisión (Tanto la dirigencia del PSOE como del PS francés están exigiendo a gritos una escisión de forma evidente) y que vuelvan a iniciar la senda de la refundación con las ilusiones y peligros que conlleva pero verlos como hámsters en su rueda, sin los carrillos llenos del aparato, resulta ciertamente angustioso.

Mientras el sueño de Podemos camina a convertirse en pesadilla: La asamblea para quien se la trabaja. No hay mucho nuevo bajo el sol.

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