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martes, 8 de septiembre de 2015

RUMASA: EL NÚMERO DE TONTOS NO ES INFINITO


Se ha muerto fuera de la cárcel un conocido delincuente multirreincidente y ahora se le califica de empresario y su hagiografía, con pocos matices, se reproduce hasta la saciedad por los medios, como es habitual con los personajes de la picaresca económica o política española.
La especialidad del individuo era robar a los pobres para hacerse lo más rico posible, como cualquiera de nuestros más ilustres banqueros, pero éstos no suelen pasar por la cárcel y no suelen tener un comportamiento similar al que varias veces tuvo el difunto. Para los ricos los pobres son tontos que se dejan robar una y otra vez y además hay muchos mientras que los ricos son listos, se roban pocas veces entre ellos, y hay menos. O sea que se le dejó montar un primer globo financiero en perjuicio de la mayoría, hasta que su negocio empezó a quitar mercado a los que tradicionalmente han chupado la sangre de los españoles. Entonces se ordenó por los jefes de la banda que se pinchase ese globo y lo hizo uno de “los suyos”, uno que a pesar de ser de la pomada de la Corte tuvo el carné del Psoe y llegó a ministro de la cosa. Los demás globos ni tocarlos. Después todos se enriquecieron un poco más  con los activos del chiringuito mientras que los pasivos se pasaron a los tontos de siempre, a los ciudadanos.
Los delincuentes suelen tener su especialidad, “su palo”, y el sujeto volvió a hacerlo, con lo que había escondido de botines anteriores y con la ayuda, para eso están, de los organismos de control  del mercado financiero, que también participan en todos los timos colectivos que se producen en este país, ganándose su sueldo siempre espléndido. Y otra vez tocó los mismos mercados de tontos que estaban destinados a comprar preferentes y activos financieros subordinados, y el número de tontos no es infinito, así que en la “cena de padrinos” de la mafia hispana se le sacó de nuevo bola negra.

Ha estirado la pata que tenía fuera de la prisión pero nos ha dejado sus herederos, que no, que no son sus abundantes hijos, que son los que van a seguir metiéndonos en el corral de los tontos.   

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