Buscar este blog

martes, 19 de julio de 2016

AFICIÓN


Toreaban Antonio Ordóñez, Julio Aparicio, El Litri, Chamaco, Chicuelo II, Antonio Bienvenida… en las primeras corridas de toros que yo veía en mi infancia y por Reyes me regalaban capotes, banderillas, monteras… quería “de mayor” ser torero, mi tío Onofre me enseñaba el toreo de salón, dando unas largas cambiadas a toros enormemente soñados a puerta gayola, empezaba a aplaudir en el paseillo y hasta que el último toro no dejaba un dibujo de sangre, provocado por el trazo de su arrastre, sobre el gris suelo del ruedo del Chofre no dejaba de aplaudir. Me he extasiado ante las verónicas de Curro Romero, las chicuelinas de Paco Camino, las banderillas de los hermanos Girón, los naturales de Jaime Ostos, las estocadas de El Viti y no sé cuántos más de todos aquellos matadores del pasado. He visto cientos de corridas en San Sebastián, Tolosa, Azpeitia, Baiona, Bilbao, Pamplona, Valladolid… He perdido la afición varias veces, la primera por aburrimiento en tiempos de El Niño de la Capea, Espartaco, Manzanares, Ojeda… la segunda, por haber pasado a los bastidores un tiempo y conocer el otro lado del espectáculo, cuando ya toreaban Enrique Ponce, El Juli, Jesulín, otro Litri, otro Cordobés… cogí abonos cuando se inauguró Illumbe y no los renové, a pesar de que visité otros ruedos en aquellos años, porque cada vez veía más lo que pasaba ese hermoso animal herbívoro y ya no sentía que aquel cúmulo de agresiones con premeditación y alevosía a un ser vivo inofensivo, privado de defensas y de escapatoria, compensase un par de estéticas poses de “mariconcilla” en porcelana de Morante o el esperpento casposo del minusválido Padilla. Me arrepiento de haber llevado a mis hijos, a cada uno, a ver este bochornoso evento de maldad injustificada. La borrachera del amor con una aficionada que no entiende mi postura -le sigo ganando todos los concursos de preguntas y respuestas sobre toros-, me ha llevado a visitar otras plazas, como la de Mont de Marsan, para saciarme de sangre, de dolor, de agonías interminables, de trampas escandalosas… espero que para siempre jamás.
No soporto las acusaciones de buenismo, animalismo de Walt Disney y otras gilipolleces que sueltan quienes están anclados en este mundo de crueldad inhumana que todo lo justifica al mono vestido frente al resto de las especies vivas, no soporto a los filósofos que se acercan al pesebre del taurinismo para fundamentar esa industria ganadera con sofismas a tanto el kilo, siento nauseas cuando los veterinarios se convierten en cooperadores necesarios de este circo, me repatea que excelentes escritores, quizá los pocos activos que quedan en el periodismo, mojen su pluma en esa mierda para realizar sus columnas.

Ni un euro de dinero público a los toros, que los organizadores privados paguen los costes reales que suponen para los servicios públicos la celebración de cada corrida, que se sancionen de verdad todas las infracciones que se consienten a los taurinos, ni un voto a las autoridades elegibles que acudan a los toros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario