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martes, 7 de diciembre de 2021

ENVEJECER


Preparar la sopa de verduras ayuda a pensar. He llegado a una edad en la que reflexiono más en la cocina que en el coche  mientras conduzco, como cuando era joven. Poner en la olla el agua, un poco de sal, una gota de aceite de oliva, una pizca de pimiento de Ezpeleta y dejarla en el fuego, a la vez que empiezo a pelar y cortar zanahorias, es el momento en que el cerebro busca un recuerdo, un sueño de la noche, una noticia recibida o una frase de un vecino para ponerse a darle vueltas, a lanzarla contra el parietal y recogerla a bote pronto. Después de las zanahorias preparadas y puestas a cocer, vienen las patatas con sus imperfecciones que requieren excavar con el cuchillo para dejarlas atractivas y el pensamiento se pule de ojos y brotes que impedían todo el provecho. Se mezclan los dados blancos de las patatas con las ruedas de zanahoria en el baño caldoso, lo que permite atacar los nabos blancos, quitarles la corteza malva y cuadrar su cuerpo. La idea es ya una ensoñación que se pierde por los vapores que empañan los cristales de la ventana, si era un problema lo que se planteaba en la primera etapa del viaje emprendido, la solución deviene nebulosa, cojo la calabaza para hacerle una autopsia completa que la reduce a cuadrados que se desharán en compañía de los otros ingredientes, añado pimienta negra, tomillo, pimentón de la Vera, dos cubitos de caldo desgrasado y hojas de laurel bendito por Pascua y ya seco. Reduzco el fuego para controlar la ebullición y mis emociones rutinarias, que el amor y las relaciones habían llenado de ruidos en el discurrir inconsciente de mis pensamientos. Los puerros pasan por la guillotina para perder su coronilla y unas hojas sucias, los paso a cuchillo como se merecen antes de añadirlos, para complementar el aroma añado picado de perejil fresco sin cuidar de la medida. La tapa cubre el epílogo de la mañana y dejo la meditación en suspenso el tiempo suficiente para que el hambre se imponga a los sentimientos que han dado vueltas como calcetines viudos en la lavadora mental, que nunca centrifuga, de mis docenas de años pasados entre otros y estos fogones. La solución llegará o no pero me cogerá comido.  


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