
Así que el servicio es bueno cuando la persona que lo presta es un buen profesional y tiene medios personales, equipo en su entorno, y medios materiales para prestarlo y quiere prestarlo. Y es malo cuando no tiene los medios personales y materiales adecuados y sobre todo cuando no quiere prestarlo -quizá porque sabe que a final de mes, lo haga bien o lo haga mal, va a cobrar lo mismo y es muy humano aplicar la ley del mínimo esfuerzo-.
Los que tratamos con el aparato de la Justicia todos los días somos conscientes de que las leyes de la eficiencia empresarial son plenamente aplicables en ella y que las críticas de la Justicia no llegan por ahora al núcleo, a la raíz, de donde procede su actual nivel de calidad de ese servicio público a pesar de que hay personas en su interior que tienen voluntad de servicio.
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