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jueves, 19 de febrero de 2015

PLUTOCRACIA MONUMENTAL

English: "Social justice for our people.....
English: "Social justice for our people... now". March as part of the nationwide two-day strike called by the Workers' United Center of Chile. August 25, 2011. Español: "Justicia social para nuestro pueblo ahora". Marcha como parte del paro nacional de dos días convocado por la Central Unitaria de Trabajadores de Chile, el 25 de agosto de 2011. (Photo credit: Wikipedia)

Pasear por nuestras ciudades occidentales en este siglo XXI con sus casas señoriales, sus parques, sus monumentos, orden, urbanismo, limpieza… es rutinario para muchos de los habitantes de esas ciudades y de sus entornos. No perciben lo que significa ese paisaje urbano logrado por años de civilización hasta que no se tropiezan con trozos de 3er. Mundo en algún rincón de la ciudad o entre la ciudad y su entorno: chabolas, favelas, bidonvilles que acogen a los que van viniendo escapando de la pobreza  o, lo que es más reciente, a los que se van cayendo por la rampa social que la crisis ha hecho más aguda y más extensa.
También en nuestras ciudades es fácil acercarse a las calles donde viven los que están más cerca de la cima social o a las urbanizaciones, a veces sin muchas medidas aparentes de seguridad, en las que familias de las finanzas se socializan entre los suyos e incluso compartir una elegante copa o un poco de sano sudor en algún club náutico o de golf.
Y paseando uno recuerda esas historias de revoluciones en que se cortaron cabezas por muchas de nuestras ciudades europeas o aquellos atentados de anarquistas que intentaban construir paraísos utópicos para la clase obrera matando patrones o el aprovechamiento por los pistoleros independentistas del malestar social para asesinar a industriales o extorsionar a empresarios autónomos.
Hace tiempo que llevo advirtiendo que esa Europa urbana y turística se ha ido logrando con la creación del ordenamiento jurídico laboral, esa construcción entre tensiones y pactos, que los de arriba y los de abajo han ido estableciendo los últimos doscientos años, que estas ciudades de ahora hunden sus raíces en aquel pasado de sangre, que dejó de correr porque se sustituyó por la ley que permitía encauzar los conflictos y daba a los de abajo la esperanza de que el derecho y la defectuosa democracia les hacía dueños parcialmente de este paisaje, de este decorado social que era Europa hasta hace un rato.
Sin embargo, los poderes plutocráticos han degenerado y los sátrapas que nos dirigen en su nombre e interés, pero que estafados hemos elegido con nuestro voto, parece que han borrado de su memoria selectiva esta historia de Europa, la historia de las luchas de clase a sangre y fuego, y están introduciendo el cáncer de la ruptura de la amalgama social mediante la demolición del derecho social –p. ej.: en España hasta sus padres y abuelos que desencadenaron el golpe de estado genocida del 18 de julio de 1936 fueron lo bastante inteligentes para obligar a sus esbirros militares a otorgar el Fuero de los Trabajadores para los supervivientes de aquellos que estaban liquidando-, y siguen incidiendo en ese error, error que no es solo de macroecomía sino contra la humanidad.
Mi pesimismo es inmenso, así que me paseo por estas ciudades todo lo que puedo, quizá estas miradas de ahora sean las últimas.


   

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