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miércoles, 7 de marzo de 2018

LA NUEVA CENSURA EN ESPAÑA


Una serie de noticias sobre condenas judiciales a jóvenes artistas y otras decisiones judiciales o administrativas ponen de relieve que la censura a la libertad de expresión está muy viva en España en nuestros días, tan viva como la propia libertad de expresión.
El poder no gusta de la crítica social, el poder quiere la adhesión de los ciudadanos incluso en las sociedades democráticas. Aunque se haya llegado al poder legalmente, mediante un sistema electoral refrendado por un ordenamiento jurídico ciertamente aceptado, el poder intenta seguir siendo el poder en el alma de cada uno de sus ciudadanos todos los días, así que la denuncia a sus fallas, a sus errores, a sus infracciones a esa misma legalidad, provocan en el poder, en vez de una voluntad de autocorrección de las causas que han podido provocar esos ataques, una reacción de defensa represiva contra quienes, con más o menos fortuna, alzan la voz y, como los mecanismos del poder son inmensos, los críticos son obligados a callar, la fuerza del Estado se impone a la voz del ciudadano, usando el Código Penal extensa e intensamente y evitando de usar la inteligencia para aprovechar lo que esas voces señalan en forma positiva para el conjunto de la sociedad.
El poder en España, como en toda sociedad humana pero más en España, es hereditario en gran parte y se representa por la existencia de una monarquía constitucional, una monarquía fracasada a nivel social entre las capas sociales cuya herencia es la desprotección, la precariedad laboral, la explotación económica, la incultura ambiente, la frustración que lleva a la resignación abúlica o a la ira permanente.
No es la monarquía el verdadero objeto de los actos castigados estos días sino la evidente injusticia de nuestra sociedad que, a pesar de la inmoralidad tan extendida, resulta inaceptable para estos jóvenes bocazas que solo tienen sus palabras como arma de fogueo. 
Conociendo un poco a las personas que conforman el funcionariado judicial en España, no se puede ser optimista sobre su interpretación y aplicación de las normas que el poder se ha facilitado en esa lucha contra la crítica, contra la molesta libertad de expresión, y, por ello, tenemos que ir a derogar esas leyes cuanto antes.



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